lunes, 7 de julio de 2008

Primeros articulos... los hitistas

A falta de empezar a meterme de lleno a recordar cuanto mis amigos me han enseñado sobre sus culturas y paises, y por ir engordando este neonato blog, os publico un articulo aparecido en http://www.elcorresponsal.com/modules.php?name=News&file=article&sid=5099 y que explica (brevemente) la vida de un "gorrilla" pero en version argelino, y sus inocentes sueños de cruzar a España.

"Los apoyaparedes de Argel y el sueño de emigrar a España

En una Argelia con un altísimo desempleo, que afecta especialmente a los jóvenes, los sueños de Kamel, como los de muchos otros que se las rebuscan malamente para sobrevivir, están depositados en la posibilidad de emigrar a España. Aunque allí lo espere una realidad muy dura, prefiere la pobreza a la que pueda condenarlo Europa que la pobreza que tiene asegurada en su país.

Por Fernando Casares

El Mediterráneo desde Argel.

Kamel es uno más de los miles de jóvenes que aparcan coches en Argel. Pero no en aparcamientos privados, no. La curiosidad de esta actividad es que lo hacen en el espacio público, es decir, donde legalmente uno puede dejar su coche de manera “gratuita”... vamos, en la común y ordinaria calle. “Tampoco es que lo aparcan, más bien te buscan un lugar para estacionar, te van guiando en la maniobra, y terminan cuidándote el coche (sobre todo porque cuidan de “sus calles”, ya que son ellos los que luego vienen a extender su mano por unos 20 o 30 dinares, equivalentes a 20 o 30 céntimos de euro)”, dice Nazim. Son los que podríamos llamar neo-hitistas. En los años socialistas el término hitista –hit, en árabe, significa muro, pared- era utilizado para definir a los jóvenes que sin empleo y sin futuro aparente se pasaban la jornada en las esquinas haciendo “nada”... sosteniendo los muros. En este caso, el término hitista marcaría una época. Esos mismos jóvenes que antes sostenían los muros de las esquinas, son los mismos que hoy aparcan los coches y se ganan la vida. Lo que antes subsidiaba el Estado, hoy lo exige el mercado.

La Argelia de Bouteflika, del posterrorismo (término, éste, un tanto relativo, teniendo en cuenta que tanto en Kabilya como en otras regiones de Argelia sigue habiendo atentados mortales) abre las puertas de par en par a la globalización y al libre mercado, y deja atrás años de socialismo del Frente de Liberación Nacional (FLN) y nacionalismo argelino-arabizante. En esta nueva Argelia coexisten muchas realidades. Realidades complejas que se entremezclan y dan fruto a verdaderas curiosidades. Una de ellas es la de estos neo-hitistas que como buscavidas van abriéndose camino con ingenio y dureza entre una Argelia desigual y una Europa de alambrado de púa, patera y cayuco.

Según estudios de Naciones Unidas, Argel es una de las ciudades más difíciles en lo tocante a calidad de vida. Es una bellísima ciudad mediterránea construida en altura y mirando al mar, pero con altos niveles de polución y un tráfico vehicular tremendamente caótico y de atascos cotidianos kilométricos. El transporte público -si bien va mejorando lentamente- todavía es ineficiente y multitudinario. El metro -que había empezado a construirse a fines de los años 80 y se abandonó con el terrorismo- recién ahora vuelve a reconstruirse y reanudar sus obras de la mano de una empresa francesa. Existen dos tipos de taxis: los comunes, que se paran donde solicite el cliente, y los colectivos, que solo lo hacen en lugares determinados y pueden viajar en él varias personas. Ambos pueden tener la misma reacción: si quieren te llevan y si no quieren (o no les viene bien el trayecto) no te llevan. De esta forma es que el coche propio se transforma en imprescindible para poder movilizarse. Como resultado tenemos una ciudad tapizada de automóviles y sin suficiente lugar para aparcar, carreteras, avenidas y puentes que no cumplen con los estándares y la demanda. De aquí que esta curiosa actividad tenga éxito entre los jóvenes -y no tan jóvenes-. Hace años, y probablemente algunas personas siguen usándolo, los saludos entre conocidos o amigos que no se veían hacía tiempo incluian, además de las consabidas preguntas por la familia, el interés por la voiture.

- ¿Et la famille, ça va? (¿Y la familia, está bien?)

- Ça va, saha. (Está bien, gracias)

- ¿La voiture, ça va? (¿El coche está bien?)

- Ça va, merci. (Está bien, gracias)

- Hamdulilá. (Gracias a Dios)

Otra de las realidades argelinas de hoy es la extranjerización gradual de su economía. En una realidad de apertura en la que Argelia solo puede competir con sus únicas -aunque redituables- ventajas diferenciales: gas y petróleo (y, en un futuro, el turismo llamado “exótico” en el Sahara argelino y la Kabilya rebelde), le queda, de momento, la importación de productos -resultado de su desindustrialización y su herencia socialista/estatista- y la paulatina y cada vez más enérgica implantación de empresas extranjeras en el país. Y es que la realidad argelina de hoy parece apurar su posición en el mercado global y reestructurar su estancada y obsoleta economía a la medida de la actual división internacional del trabajo. Las consecuencias son las que ya todos conocemos en otros países subdesarrollados: desigualdad social, marginación, miseria y altos índices de desempleo.

Y en el mientras tanto, un Bouteflika que negocia y acuerda entre militares de herencia golpista que siguen teniendo su cuota de poder, islamistas que miran con mayor admiración al Irán de Ahmadinejad y a la cada vez más numerosa población con velo, barba y kamis, y a una Europa -con Francia a la cabeza- que presiona, exige y pretende dirigir. “Esta perla del Magreb es demasiado valiosa como para dejarla en manos de argelinos”, decía un antiguo colonialista francés. Sin embargo, entre concordia y reconciliación, Bouteflika va moldeando, para bien o para mal, la nueva Argelia y sus nuevas paradojas. Kamel, en esta realidad laberíntica, también. Mientras mantiene intactas sus expectativas y esperanzas de un visado español, que le abra un horizonte de estabilidad y progreso.

-¿Por qué a España, Kamel?

- Tengo amigos en España que están trabajando bien y ganando buen dinero. Aquí o no hay trabajo o te ofrecen miseria.

Es preciso aclarar que según estadísticas oficiales, casi el 70% de los jóvenes argelinos están desempleados, lo que indicaría el grado de desesperación a la hora de buscar un mejor destino y futuro. Por otro lado, el salario mínimo está en el orden de los 12.000 dinares (aproximadamente 120 euros) y no hace falta ser economista para percatarse de que en la realidad económica actual de Argelia, 12.000 dinares es un salario indigente, razón por la cual cada miembro de la familia, así sean menores de edad, tienen alguna actividad susceptible de ser retribuida (y digo actividad porque no podría considerarse trabajo desde el punto de vista económico, aunque sí es un ingreso familiar que ayuda a sobrellevar la dura jornada y llegar a fin de mes con las necesidades básicas cubiertas pero con escasez desde la perspectiva europea consumista y materialista). Del otro lado de la balanza tenemos a argelinos -probablemente el 10% de su sociedad- que viven el estilo de vida europeo y que en esta desigualdad que se abre camino en Argelia no se ruborizan ni un poco a la hora de ostentar y mostrarse como argelinos de “primera” en los barrios de Hydra y su chic Sidi Yahia, El Biar, Ben Aknoun y Dely Ibrahim. Y es que la ostentación parece ser habitual entre países árabes; desde sus majestuosas mezquitas, sus herméticos y petulantes edificios gubernamentales (política y religión parecen ir de la mano y formar parte de un mismo tronco) hasta sus estridentes y exageradas fiestas de casamiento y enormes 4X4. Así, el árabe parece querer mostrar a Occidente (o a sí mismo) que sigue siendo relevante e imprescindible en este ordenamiento social global de consumo, estética y Kapital. Y lo más probable es que nunca haya dejado de ser relevante desde una perspectiva histórica.

-¿Sabes, Kamel, que España tiene cerca de 10 millones de pobres?

- Aquí todos somos pobres. La pobreza en Europa es otra cosa. Pobreza es la de aquí y la de toda África.

- Sin embargo, he visto aquí gente que vive muy bien.

- Los extranjeros como tú viven bien; éste sigue siendo un país de extranjeros, haría falta otra independencia.

- Pero han tenido la suya y fue muy duro conseguirla. ¿Independizarse de quién?

- De los políticos, son todos iguales.

- ¿Y los religiosos?

- Esos no molestan.

- ¿Te importaría perteneceer a una república islámica?

- No creo que sea peor que lo que tenemos.

- ¿Sabes quién es Zapatero?

- No.

- En España dicen algunos que las políticas de Zapatero hacen que gente como tú se largue en una patera o cayuco a cruzar el mediterráneo y alcanzar las costas españolas.

- En Argelia decimos que son los argelinos de Europa.

- ¿Cuándo te irás a España?

- Cuando me den el visado, si me lo dan... ¿Podrías tú darme un visado?

- No puedo, Kamel. ¿Y si no te dan el visado?

- Me cruzo a Marruecos. Allí hay gente que te lleva a España.

- Pero ésa es una opción arriesgada, peligrosa y costosa. ¿Lo sabes, no?

- Aparcar coches hasta que construyan aparcamientos privados también lo es. Ganar 10.000 dinares por mes no lo es menos.

- ¿Y tu familia?

- Siempre estarán mejor aquí mientras les envío dinero desde España. Con enviarles 200 euros ellos estarán bien y a mí me alcanzará para vivir allí y ahorrar.

- ¿Cuánto crees que ganarás en España?

- Mis amigos ganan 600 euros y otros cerca de 1000. Eso es flouz (dinero) en Argelia. Entre 60.000 y 100.000 dinares.

- ¿Pero sabes que actualmente las autoridades europeas están cerrando fronteras y repatriando a los inmigrantes sin papeles?

- Ese es el riesgo que corremos todos. Es peor si no lo intento. Si me sale bien puedo estar como mis hermanos (en referencia a los amigos), pero si no lo intento podría arrepentirme por muchos años.

- Salama aleikum et shukram.

- Aleikum salam et Saha, mon frere.

Lo vi alejarse con cierta incomodidad, con cierta timidez, hacia algún rincón de “su calle” entre coches, cláxones, gritos y saludos que invocan continuamente a Dios. Kamel apenas sabe de España, ni siquiera conoce a su presidente, menos al tan cacareado -desde las filas populares- "efecto llamada" (ante la pasada regularización de inmigrantes sin papeles -cerca de 700.000- que efectuó el actual gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero, sus adversarios políticos del Partido Popular lo tildaron de “efecto llamada”. Durante un tiempo los medios saturaron las pantallas y las páginas de los periódicos cotidianamente mostrándonos cientos de inmigrantes nigerianos que llegaban a las costas canarias españolas a bordo de cayucos). Pero Kamel solo sabe que allí viven bien sus amigos y que alguna vez fue tierra del Islam. “Vale la pena el riesgo”, me diría sin vacilación. "

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